martes, 26 de noviembre de 2013

La máquina del tiempo

El letrero rezaba : Por unos pocos pesos puedo decirle cual es la máxima expresión del amor verdadero. Era un título atractivo, sin embargo los compañeros del anciano que trabajaba en el pequeño stand del mercado de las pulgas, consideraban que no debía dedicarle tanto tiempo a esa atracción, se gastaba todo el día en ella, cuando podía vender algo mas.
Aquello carecía de importancia para el anciano, era domingo de nuevo y esperaba ansioso a otra pareja de enamorados que lé preguntara por el letrero.

Pasadas las diez de la mañana, entre todos los artilugios de feria y pitonisas que componían el lugar de trabajo del anciano, se abrieron paso dos jóvenes en sus veintes, el anciano los recibió con una sonrisa, sabía porque venían. Era como si pudiera ver en el futuro, la chica fue quien tomo la palabra, dijo muchas cosas, al decir que ella podía estar a la par de que fuera lo que se anunciaba en la entrada, el anciano cambio su semblante, de una sonrisa de abuelo, paso a una mirada de padre severo.

-Linda no hables de lo que no sabes, tu nunca, por lo menos no con el, podrás ostentar ese honor
-¿Por que lo dice? Pregunto el joven en defensa de su amada.
-Tomen asiento y escuchen- Pidió el anciano otra vez con su sonrisa inicial.

Este es un lugar lleno de magia - dijo señalando todo cuanto le rodeaba - Aquí sucedió el milagro, pero empezó en Arabia, cuando un joven sultán perdió a su amada y llamó a hechiceros de todos los confines para recuperarla. Los lustros y esposas vinieron, cada cual mas decepcionante que el último, mientras esperaba volver a ver a su amada.

Un día de su amarga vejez, llego un peregrino, que decía poseer lo que el sultán mas deseaba, este último lé prometió todo cuanto quisiera, a lo cual el peregrino contestó cortésmente que no quería nada, soló si era digno podría obtener lo que el traía.

Dicho esto saco una pequeña caja, que brillaba mas que el sol del desierto, la puso a los pies del sultán y explicó : Con este artefacto podrá regresar, a sus años pasados, hasta la época donde era feliz con su amada, solo la puede usar quien sea digno, es elegido por la voluntad del objeto, emite una luz intensa cuando pasa, para activar su poder debe desear el momento en que quiere aparecer y esta hecho.

El sultán no dio crédito a lo que escuchaba, acepto por el simple hecho de aferrarse a una esperanza, una vez se decidió usarla, nadie nunca volvió a saber del anciano y el peregrino, encontraron la caja, nada mas, la cual no volvió a brillar hasta hace unos pocos años en el lugar donde estamos ahora.

Compre la caja en un bazar marroquí, llevaba casi treinta años con ella y empezaba a pensar que había pagado por la historia que les conté, cuando paso todo. Un hombre de mas ideales que cualquier otra persona, venía cada domingo y siempre se dirigía a un espejo que te respondía a cualquier pregunta, si o no.

Un día por casualidad observe, que la caja brillaba cada vez que el venía, recorde la leyenda y espíe la pregunta que hacía, en seis meses siempre fue la misma ¿Ella va a volver?

Al cabo de este tiempo lo aborde, le mostré la caja y le conté la historia, el me contó la suya a su vez, narraba un amor tormentoso, de proporciones inimaginables sin embargo un día la chica se fue, trato por todos los medios de que volviera, fracasando todos ellos, pero al final entendió que ella había decidido sola y por lo tanto debía regresar de la misma forma,por esto venía preguntar cada domingo al espejo, no creía sin embargo iba a agotar cada recurso.

Haciendo honor a el peregrino, mas por curiosidad que por otra cosa, le entregue la caja y dije :
-Ve al pasado y repara todo para volver con tu amada.
-No voy al pasado - Respondió el enamorado - Viajare al futuro quiero saber si va a volver o no.
-¡No seas tonto! - Repliqué quitándole la caja de las manos - Es una oportunidad de cambiar tu historia y la vas a desperdiciar.
-Nunca se ha enamorado ¿Verdad? Pregunto el joven con toda calma.
Al no obtener una respuesta de mi parte continuo.
-Yo la amé, la amo y la amare, cada cosa que hice o dije, la sentí, en honor a ese amor, si la única cosa que puedo hacer es viajar al pasado para cambiar lo que hice diré no, puesto que sería una ofensa a todo lo que siento por ella. Se fue y no regreso al terminar la frase.

¿Eso es todo? Pregunto la chica, antes de obtener respuesta su novio la tomó de la mano para llevársela, mientras decía que había perdido la mañana allí, que debía contar solo la primera historia, era tal la ensoñación que tenían que no notaron al caballero en el espejo, que al verlos salir se dirigió al anciano.

-Te fue mal de nuevo. Le dijo al anciano.
-No pierdo la esperanza, al igual que tu. Repuso este último.
-No espero nada, solo amo. Agregó el joven.
-Solo tu y el sultán amaron tanto, para activar la máquina, junto al amor que yo siento, solo me falta un viaje mas al pasado y podré verla. Dijo el viejo con la voz hecha un hilo.
-Espero que lo consigas pronto - Respondió
con una sonrisa cargada de sinceridad.
-Algunos no podemos conformarnos con un si o un no. Fue su respuesta en el tono mas seco posible.
-Yo si, desde que cambie la pregunta, a veces es si, a veces es no, pero aún así espero y lo seguiré haciendo.
-¿cual es la pregunta? Preguntó el anciano, visiblemente sorprendido
-Ahora la pregunta es ¿Ella es feliz?

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