De la mañana nace aquel avido deseo de buscarte, la silueta que al sol oculta pero que a mis ojos descanso da.
Buscándote entre siglos y centurias he estado, mas hay veces que parece que solo un parpadeo ha sido dado.
Salí de mi cueva, de mi morada de cristal oscuro, de mis cadenas de soledad y melancolia, solo para buscarte.
Viajando por contravias, huyendo de la vida, huyendo del deseo nacido en la muerte de mi ser, asi estuve por cien veces cien.
Pero cuando esperaba la hora de mi fallecer, justo en ese instante te encontre, o quizas se me permitio el encontrarte jamas lo sabre.
Altiva, serena, con mas virtudes que falencias pero equilibrada como una pluma sobre el filo de una espada, esa fue la tu que me acogio.
Mi deseo hecho ser, o quizas la bendicion de cualquier ser que en la divinidad de sus actos de mi lamento se apiado.
Mas son trivialidades justas de ser recordadas, pues hoy vivo del deseo de verte reir, de ser yo en ti, y tu seas en mi, hasta que la sin razon consuma al mundo.
Hasta que la silueta tuya sea la ultima bella impresion que en mis ojos quede grabada.
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